Mi primera vez fuera de los Estados Unidos

La primera vez que viajé fue en el año 2020, cuando tenía 17 años. Nunca antes había tenido la oportunidad de viajar, porque mis padres son muy estrictos. Pero esta vez ellos me dejaron ir a Miami, Florida. Mi tía me invitó a Miami para pasear por allá porque se terminaba el veraneo. Ella invitó a su familia y a mi prima, también y tuvo que llevar a mi sobrino que tiene 2 años porque no había quien le cuidara. Nuestro viaje tomó tres días y nos quedamos en un lugar donde hay islas. 

 

El lunes de nuestro viaje, nuestro avión se iba a las 4:00 pm de la tarde. Mi papá nos dejó en él aeropuerto con mis dos maletas y una bolsa para mi pasaporte. Era mi primera vez en un avión y el viaje no fue lo que esperaba. Las sillas no se podían arreglar para estar más cómodas y teníamos que usar una mascarilla en la cara durante todo el viaje. Tuve que dormir durante las tres horas del viaje para que el dolor de la espalda se fuera. Cuando el avión aterrizó, miré más allá de la ventana y vi el hermoso paisaje. Había pájaros y palmeras alrededor del gran cartel que decía Miami.Bajamos del avión y vimos un lindo paisaje, el sol y la playa estaban cerca y el clima estaba tan caliente que se sentía el sol muy cerca. En New York no sabe estar tan caliente como en Miami. Mi tío rentó un carro que tuvimos que esperar cuatro horas, durante las que estábamos comiendo y platicando de qué íbamos a hacer y dónde nos íbamos a quedar. 

 

Cuando llegó el carro, manejamos a la isla Islamorada y nos quedamos en un cuarto que estaba enfrente de la isla. Nos cambiamos y fuimos a pasar el día en la playa. La playa era muy linda y allá pasé los mejores momentos de mi vida porque estaba muy relajada.

En la playa no había mucha gente, sino un montón de gaviotas y pajaritos de colores. Tomamos muchas fotos y nos cambiamos de ropa tres veces para ver qué ropa va con el paisaje. Más tarde esa noche la pasamos en la playa tumbados en las hamacas bebiendo una cerveza contando historias de nuestra infancia. No me voy a olvidar cómo se sentía estar en ese lugar. 

 

Al día siguiente, nos fuimos a otra isla a treinta minutos de Islamorada. No me acuerdo muy bien del nombre, pero sí me acuerdo que estaba un poco sucia y había mucha gente en la playa.No era lo mismo que la playa en la que estuvimos recientemente. De cada isla fuimos a la primera fue la mejor

 El último día nos fuimos a comer en un restaurante de mariscos frescos donde comimos la mejor comida de langosta y cangrejo. Había también pescado frito. Para entrar en detalles, el plato era enorme, de unos 4 pies de alto y tenía bastantes platos. El camarón frito fue el mejor. La comida estaba crujiente y la sazón estaba a punto.

 

Nunca pensé que iba a tener la oportunidad de viajar a esos lugares y Miami era un momento muy especial. Cuando regresé a los Estados Unidos me sentí muy diferente, como si se acabaran las vacaciones y me gustaría ir de nuevo, pero por más días. También quiero viajar por el mundo y tener la experiencia de nuevas culturas y viajes.