Un inmigrante peruano sin barreras

El logro educativo de los inmigrantes ha mejorado en las últimas décadas. Aunque seguimos rompiendo récords y haciendo historia, solo el 5% son abogados. Luis Jorge Nicho es parte de ese porcentaje. Pero, ¿cuál es la historia detrás de este exitoso abogado de inmigración y orgullo para los hispanos? 

Luis nació en el norte del Perú, en el departamento de Piura. Vivía con su padre, madre y dos hermanos mayores. Para los padres de Luis, la educación siempre fue esencial. Su padre era detective y su madre era maestra. Al ver qué las oportunidades en Perú eran limitadas, los padres decidieron aplicar para una visa para viajar a los Estados Unidos. Como muchos inmigrantes, el señor y la señora Nicho tomaron la difícil decisión de dejar todas sus pertenencias, sacrificándose para ofrecerles a sus tres hijos mejores oportunidades. 

En marzo del año 1984, un mes antes de cumplir los ocho años, Luis y su familia llegaron a Greenlawn, un pueblo ubicado en Long Island en el cual el 85% de la comunidad era blanca, 10% africano-americanos y 5% de las demás razas. Pero mientras la familia Nicho se acostumbraba a esta nueva vida, también sufrían por estar lejos del padre y esposo, Alexander Nicho, el cual se tuvo que quedar en Perú por razones de trabajo. En estas circunstancias, la señora Nicho empezó a trabajar dos trabajos, convirtiéndose en la principal proveedora para sus tres hijos, haciendo el papel de madre y padre por tres años. 

Una pocas semanas después de haber llegado a los Estados Unidos, Luis y sus hermanos empezaron a asistir a Thomas J. Lahey Elementary School. Al preguntarle cómo fue su primer día de escuela, él se rio al recordar que sus primas le hicieron un letrero grande que decía “necesito ir al baño”. Para Luis fue un día memorable que recordará para toda la vida. Aunque la mayoría de profesores y estudiantes lo recibieron con manos abiertas, fue víctima de bullying. Se burlaban de su inglés, hasta que un día se cansó y tuvo una pelea física en el pasillo de la escuela con el acosador. 

Con el paso de los años, se fue acostumbrando a los Estados Unidos y pudo graduarse de Harborfield High School, preparándose para asistir a la Universidad de Suny Old Westbury. Aunque para ese entonces todavía no tenía un estatus legal ni recibía ayuda financiera, no perdía la esperanza de convertirse en doctor. Como a muchos inmigrantes, le tocó trabajar de noche para poder estudiar en el día y pagar sus estudios. Aunque al empezar la universidad estaba decidido a convertirse en doctor, en su segundo año encontró su verdadera pasión por los derechos humanos, al tener la oportunidad de trabajar en el bufete de abogados donde él estaba arreglando su estatus legal. 

En el 2005, Luis se graduó de Hofstra School of Law, convirtiéndose en el primer abogado de su familia y el único de sus tres hermanos en terminar la universidad. Aunque Luis admira sus logros, no deja de agradecer a sus padres por el apoyo que le brindaron. Pero sus éxitos no terminaron ahí: cinco años después de graduarse de la escuela de leyes, se convirtió en ciudadano americano. 

Hoy en día, es dueño de dos oficinas con su colega Alexis Pimentel. Al preguntarle si alguna vez pensó llegar tan lejos, se emocionó y me dijo: “Aunque estaba indocumentado y no sabía el idioma, siempre pensé llegar bien alto, pero uno nunca se imagina hasta dónde va a llegar”. Al ser inmigrante y conocer el sistema, Luis es comprensivo con sus clientes. Le encanta ayudar al prójimo y aconseja a todo inmigrante que está estudiando que se enfoque en sus estudios y no se dé por vencido. 

Después de terminar esta entrevista, me sentí feliz al poder contar esta historia motivadora. Luis no solo es mi jefe, sino también es alguien que admiro. Trabajar con Luis me ha servido como motivación para continuar con mis estudios y luchar por mis sueños sin importar lo obstáculos. En mi carrera universitaria ha jugado un papel fundamental al darme consejos y ayudarme con tareas para que pueda obtener mejores calificaciones. Por último, espero que esta historia sea motivadora para esos estudiantes inmigrantes o primera generación que va a la universidad. Confío en que continuaremos rompiendo logros educativos, mostrando la perseverancia que tenemos los latinos.