La persona a quien escogí para entrevistar es mi prima Jennifer. Es una muchacha de 17 años, con un gran corazón, chistosa y muy amable. Nosotras tal vez vivimos en la misma casa por unos 10 años, donde yo vivo en el primer piso y ella en el tercer piso. Tenemos una buena cerca relación, es como mi hermana. Con el tiempo me he dado cuenta de cómo ha pasado de ser una niña a una persona madura y independiente. Pero antes que se mudó a la casa donde vivimos ahora, ella vivía con sus otros primos en otra casa. Entonces ellos crecieron juntos en sus infancias y también eran cercanos. Desafortunadamente ella tuvo una gran pérdida cuando tenía 11 años, el primo de ella se murió.
Era un día normal en el septiembre del 2016 para la pequeñita Jennifer. Paso jugando y riendo ese día, pero eso cambio pronto cuando sus padres y tíos/as llegaron a casa. Ella recibió la noticia que su primo se había ahogado en un rio localizado en Long Island. Su sonrisa desapareció rápidamente y al momento ella sintió como que mundo se congelo. Le contaron que el primo fue a pescar con otros dos muchachos que eran familia cercana. De repente comenzaron a nadar, desafortunadamente llegaron olas y se llevaron a dos de los tres muchachos, incluyendo al primo de Jennifer. Ella estuvo conmocionada e incrédula de lo que acababan de decirle, tanto que pensó que le estaban haciendo una broma. Luego ese mismo día ella se dio cuenta que de verdad su primo falleció y ahí en ese momento ella estuvo tratando de procesar la angustiosa información.
Al siguiente día después de la muerte, la policía encontró el cuerpo del primo. Al fin de esa semana había un velorio que Jennifer fue. Ese tarde era demasiado emocional y las lágrimas de ella no eran posible de contener. Con tanta tristeza ella se acerco al ataúd y ahí es cuando vio a su querido primo por última vez. Ella nunca pensó que este momento iba suceder. Ahí parada a lado del primo ella comenzó tener recuerdos de la cercanía con él. Después ella tomo un asiento y seguía cuestionando el fallecimiento de su primo porque todo se sentía surrealista. Ella no estaba brava ni tampoco tenía ningún rencor contra la vida, solo deseaba hablar o al menos despedirse de él.
Las próximas semanas y hasta meses fueron difíciles para ella. Había un día cuando ella fue a la casa donde el primo vivía, entro al cuarto que pertenecía a él y se sentía raro que el ya no estuviera allí. Estar de pie ahí y mirando a sus cosas le entristeció más. La hermana del fallecido también entro y vio a Jennifer que se estaba poniendo triste, de pronoto las dos comenzaron a llorar. Jennifer seguía teniendo solo 11 años y estaba confundida como una persona está aquí un día y al próximo se ya no. Ese pensamiento siempre le cruzaba la mente. Pero con el tiempo ella despacio llego a aceptar que el ya no estaba aquí y cada día comenzó ser un poco más fácil. Hablando sobre el con otros seres queridos le ayudo a moverse de ese estado de tristeza.
Aunque Jennifer era una preadolescente, ella recuerda todo vivamente. Ahora que es más mayor ella aprendió muchas cosas sobre la vida después de haber sobrevivido esa tristeza. Ella sabe que hay que agradecer el tiempo que tenemos con nuestros seres queridos ahorita porque nadie sabe cuándo viene el tiempo de irse. También se dio cuenta de que siempre va haber obstáculos en nuestros caminos pero es importante saber que los vas a superar y seguir adelante. Todo en la vida es temporal, en vez de solo preocuparse y pensar sobre el futuro, es crucial vivir en el momento, especialmente con tus seres queridos.