La primera vez que me convertí en una hermana mayor

Era el verano de 2014, tenía doce años de edad y estábamos viviendo un apartamento en Kew Gardens, Nueva York. Mi mamá estaba en su último trimestre del embarazo. Yo no tenía hermanos/as y era hija única. Era una mañana normal y estábamos preparándonos para ir a dejar a mi mamá al trabajo en Long Island City. Entonces, salimos al carro para ir al camino.

Estaba en el carro con mi mamá y mi padrastro. Para mí, mi padrastro es mi papá porque me crio desde que era una niña. Entonces, estábamos en el camino al trabajo de mi mamá, pero en medio del camino, rompió aguas. Ellá estaba teniendo muchas contracciones. Recuerdo que mi padre le dijo que inhalara y exhalara para calmarla. Inmediatamente, fuimos al Long Island Jewish Hospital a la sala de emergencia. Treinta minutos después, ella dio luz a mi hermanita. Fue el parto más rápido que jamás había experimentado. Según mi madre, cuando yo nací había tardado dos horas. Era el día más feliz para mí. Cuando nació era una bebé prematura y era tan hermosa.

No mucho tiempo después, el doctor vino a darnos malas noticias. Explicó que la placenta se le pegó al útero después de dar a luz y que tenía que hacer una operación de riesgo. Mi hermana también estaba en condición crítica. No se alimentó bien durante el embarazo porque el cordón umbilical era tan pequeño como una pajilla. Las dos estaban en diferentes cuartos. Mi mamá, en el mismo cuarto en donde dio a luz. Mientras, mi hermana, en otra habitación con otros bebés para que las enfermeras pudieran cuidarla. 

Así que ese día me fui a la casa con mi abuela y con mi tía. Salí del hospital con el corazón partido. Muchos pensamientos pasaron por mi mente. ¿Qué pasa si tengo que vivir la vida sin mi madre? ¿Qué pasa si no tengo hermanos o hermanas nunca? Mi padre biológico no ha estado presente en mi vida. Pensé que sería como si no tuviera madre ni padre si perdiera a mi mamá. Tenía mucho miedo por ella, pero tenía fe en que Dios haría lo mejor porque todo estaba en su voluntad. Por ese motivo, todo los fines de semana de julio visité a mi mamá y mi hermana. Cuando la veía a ella débil en la cama, me decía a mí misma que debía ser fuerte para que ella pudiera ser fuerte. Incluso, los sábados cuando veía a mi hermanita; Sabía que era muy pequeña, pero que podía oírme y le decía que todo iba a estar bien. Afortunadamente, a fin de ese mes, ellas sobrevivieron y fueron a la casa. 

Todo ese mes de julio de ese año, había sido un tiempo de dificultades pero me enseñó muchas lecciones. No importa la edad que tengas. Dios permitirá que sucedan cosas en la vida para hacernos fuertes y depender de él. Hasta que te quiten algo o te pongan en juego nunca sabes lo que tienes. Nunca sabemos qué pasará el día de mañana y por eso es muy importante pasar cada momento con las personas importantes en nuestras vidas. Hablando por mí misma, Dios tenía un plan y un propósito para todo lo que hace porque todo lo hace perfecto.