Me gustaría compartirles un relato muy especial de mi vida, mi embarazo. Uno de los momentos más emocionantes de mi vida fue el día que me di cuenta que estaba embarazada, me sentí muy privilegiada. Ese día ¿Me hice muchas preguntas, ¿será que estoy preparada para ser madre, será que todo me ira bien en el embarazo? ¿voy a poder soportar los dolores de parto? Deseaba que esos nueve meses pasaran volando, y poder conocer mi bebe. Al pasar los días sentí un cambio en mi cuerpo y emociones.
Empecé a sentirme cansada, con dolor de cuerpo, náuseas y estresada. Las comidas que antes me gustaban dejaron de gustarme, la carne, frijoles y las naranjas, lo único que quería hacer era dormir casi todo el día y noche. Lo único bonito de mi embarazo era ver mi pancita crecer, ir a las citas del ginecólogo y escuchar el palpito del corazón del bebe. Cuando tenía cuatro meses de embarazo, fuimos a una cita al ginecolicó esa mañana supimos el sexo del bebe, mi esposo y yo nos sentimos muy emocionados al saber que iba hacer varón. Mi bebe siguió creciendo y cada día lo esperaba con más ansias.
A los ocho meses del embarazo empecé a sentirme con mucha ansiedad porque ya se acercaba la fecha del parto. Me asustaba empezar a sentir contracciones, escuche decir que era uno de los peores dolores físicos para una mujer. Una noche desperté alrededor de la 1:00 a.m. sintiendo unos dolorcitos en el vientre, los sentí un par de horas mientras dormía.
Por la mañana sentí unos dolores más grandes entonces me preocupe porque mi mama dijo que eran contracciones, las sentía más fuertes y fuertes entonces mi esposo me llevo al hospital. Cuando llegué al hospital no tuve a mi bebe de inmediato. Fueron las horas más largas de mi vida, llore mordí la almohada y me sentía sin fuerzas. Pero finalmente después de doce horas muy largas, mi bebe nació a las 11:45 p.m. un lunes de abril.
¡Cuando escuche a mi bebe llorar y me lo pusieron en mi pecho llore de alegría al sentir su cuerpecito tan pequeñito, a pesar del dolor todo el proceso valió la pena! Ver a nuestro bebe por primera vez y cargarlo en nuestros brazos fue un sentimiento indescriptible. En ese momento todo dolor y angustia desaparecieron, la única alegría que sentía en ese momento era finalmente estar con mi hijo. Tener que esperar nueve meses para poder ser madre no es fácil, fue una experiencia muy agotadora y de dolor, sin embargo, al final vale la pena.