Una nueva vida como inmigrante en los Estados Unidos

Un mes después de haber cumplido mis 16 años dejé mi país, Ecuador y migré a los Estados Unidos. Llegué al país americano con tantos recuerdos en el corazón y extrañando a mis familiares que se quedaron en mi país. Al llegar aquí, no solamente tenía que ocultar mi sufrimiento sobre lo difícil que fue abandonar mi hogar, sino que también tenía que acostumbrarme a una nueva vida y aprender un nuevo idioma, el cual, no fue fácil aprender. 

EL 26 de junio del 2017 fue la primera vez que pude abrazar a mi madre, quién dejo su país para darme una mejor vida. Llegué en la estación de verano y por lo tanto los estudiantes tenían vacaciones. Por esta razón, no me quedaba de otra más que estar en la casa mirando como mi mamá madrugaba para irse al trabajo y llegaba al atardecer completamente agotada. Así era su rutina diaria. Ese era el esfuerzo que ella hacía para darme una vida más cómoda. 

Sin embargo, en un tiempo llegamos a tener problemas debido a que yo estaba acostumbrada a otro tipo de vida. Extrañaba la libertad de mi país, pero mi mamá temía los peligros y malas costumbres de la calle. Como resultado yo no tenía su permiso para salir con mis amigos después de clases. Durante los fines de semana me dedicaba a jugar campeonatos de fútbol, pero aún esos días tenía horarios estrictos para salir y entrar a la casa. Esto provocó un distanciamiento entre nosotras. 

Después de cierto tiempo mi madre decidió inscribirme en un curso de lectura y escritura de inglés como preparación académica, ya que pronto tendría que asistir a la escuela. El primer día fue un éxito porque conocí a varios adolescentes hispanos con quienes pude comunicarme y sentirme más a gusto. Estaba feliz pero el curso no era tan bueno y dejé de ir ya que sentí que era innecesario y no me parecía justo gastar en vano el dinero que mi madre obtenía con tanto sacrificio. 

A fines del verano tuve que asistir a clases, pero para entonces yo ya sabía que la discriminación por el lenguaje y la cultura es un problema que iba a enfrentar y superar en la escuela porque de ninguna manera abandonaría mis estudios. Aunque llegué a tener varias amistades de diferentes nacionalidades no fue hasta un año después que encontré a una persona que era de mi país. Ella se llama Ruby y es hasta la actualidad una de mis amigas más cercanas. Juntas exploramos varios clubes y programas dentro de la escuela que nos llevaron a desarrollar el inglés mucho más rápido. Sin embargo, recuerdo que a medio año escolar tuvimos que tomar los exámenes regentes que eran requeridos para la graduación. Ahí sucedió mi primer fracaso, además de los problemas con mi madre debido a nuestras diferencias. Siempre me ha gustado tener buena posición académica, por lo tanto, esto me afectó mucho. 

Por varios días estuve pensando y recordando en todo lo que no había resultado como yo esperaba. De tanto pensar, se me ocurrió que era más fácil recuperar mi vida antigua. Me sentía decidida a regresar a mi país. Mi madre y mi hermano no estaban de acuerdo, pero me dieron la opción de elegir el lugar donde yo quería vivir. Durante varias noches me las pasé frustrada pensando en el tema y me di cuenta de que mi vida debía volver a cambiar si regresaba a mi país porque después de todo ya había pasado más de año y medio. Además, no quería abandonar a mi familia que vivía en este país.  

Varios días pasaron y poco a poco me di cuenta de todas las oportunidades que los Estados Unidos me ofrecía, además de poder vivir bajo el mismo techo que mi madre y mi hermano. Había cosas en las que tuve mucho éxito y sabía que las oportunidades se volverían a presentar, pero solo requerirían más esfuerzo. Empezando por aprender el inglés. Yo quería triunfar y para eso debía superar mis fracasos sin importar cuanto me afecten. Así es la ley de la vida. Entonces, desde aquel momento me di cuenta de que si quiero cumplir mis sueños y enorgullecer a mi familia tengo que permanecer en el país americano y aprovechar cada una de las oportunidades que el país de los sueños me ofrezca teniendo siempre en cuenta que los errores y fracasos son parte del camino al éxito.