Puede haber un punto en la vida donde una ocasión inolvidable puede ocurrir en la vida de alguien. Los resultados pueden ser positivos o negativos dependiendo de la situación. La ocasión que nunca olvidaré es el día en que falleció mi abuelita. Recuerdo las emociones que sentí y los pensamientos que cruzaron por mi mente. La muerte de un ser querido es una de las cosas más difíciles por las que una persona puede pasar sola. Nunca olvidaré este día.
El 10 de septiembre de 2019, todavía recuerdo este día como si acabara de suceder. Esa mañana, fui a la escuela como un día normal con mucho frío. Mi madre decidió recogernos a mí y a mi hermana de la escuela, cuando subimos al auto mi madre respiró hondo y nos contó la noticia inesperada: mi abuela tuvo un infarto y acaba de fallecer. En ese momento, el tiempo pareció detenerse, mientras me congelaba. Mi corazón se sintió pesado y no podía hablar ni moverme por un minuto. Mis oídos comenzaron a escuchar los llantos de mi hermana que tenía solo 10 años durante ese tiempo. Mi mente no podía procesar las noticia que acababa de escuchar de mi madre. Una vez que tomé conciencia, quise preguntar tantas preguntas a mi madre “¿Qué quieres decir? ¿Ella murió”? Cuando mi madre se explicó, no quería aceptar el hecho de que he conocido a esta mujer y la he amado toda mi vida. Ella era mi todo, parte de mi motivación cada día, alguien a quien no me juzgaría, estuvo ahí para mí cuando nadie me entendía en mi casa.
Cuando mi padre llegó a casa del trabajo esa noche, algunos días llegaba temprano a casa. Abrazó a mi madre, a mi hermana ya mí individualmente antes de explicarnos lo sucedido. Después de escuchar lo suficiente, me quedé sin palabras. Mi madre decidió enviarnos a mí y a mi hermana a nuestras habitaciones, pero yo no quería, así que me quedé junto a la escalera de la sala. Una vez que vi a mi padre, quien fue yo describo como temeroso y aterrador, comenzó a llorar en los brazos de mi madre, sintiendo tristeza porque nunca tuvo la oportunidad de despedirse. Verlos a ambos sufriendo me lastimó de una manera en la que no se podría haber hecho nada.
La muerte de mi abuelita fue una ocasión que me ayudó a crecer y me hizo sentir el verdadero significado de perder a alguien. El fallecimiento de un ser querido es algo para lo que uno nunca puede prepararse, no importa la edad que tenga, estable o dañado, puede que las cosas sucedan inesperadamente. Perder a un ser querido es como perder una parte de ti. Hacemos planes para un día, y no pensamos dos veces en cómo esos planes pueden ser arrebatados en un abrir y cerrar de ojos. Tomamos la vida como una broma y no es así como se supone que debe ser. La tragedia nunca desaparece. Solo aprendes a sobrellevarlo y sigues adelante. También aprendí que cada minuto que pasa, paso más tiempo con mis seres queridos y les digo cuánto los amo. Siempre te amare titi.