Un giro de 180 grados

 Todos tienen algún tipo de miedo; algo que tal vez temen enfrentar. Desde pequeña le he temido a los cambios o mejor dicho, soy mala para enfrentar los cambios y de alguna forma me aferra el saber que lo consideraba “normal,” cambie. Sin embargo, en 2018 con solo 15 años tome una decisión que le dio un giro de 180 grados a mi vida pues decidí estudiar la preparatoria en Estados Unidos. Me mude a un país que no conocía; por primera vez me aleje de mis padres, hermana menor y me enfrente a un nuevo idioma. Al inicio creía que esto iba a ser una “aventura,” que todo iba ser de color rosa, creía que era lo demasiado “fuerte” para soportar este cambio. Sin embargo no pude estar más equivocada.

Ahora que lo pienso, solo era una niña dentro de un caparazón pues nunca me había enfrentado al mundo como tal. El venir a este país me ocasiono distintos problemas, causo un vacío que hasta el día de hoy sigo tratando de sanar. Recuerdo que cuando aterrizo del avión me arrepentí inmediatamente, pero no pude dar vuelta atrás porque esta fue mi decisión. Todo era diferente. Las casas estaban pegadas, habían demasiados carros, demasiadas personas, incluso el aire era distinto. Todo era un contraste en comparación del lugar que me vio crecer; sin embargo, la diferencia más notoria era que mis padres, hermana menor y mis perritos no estaban. Las personas que alegraban mis días, con los que podía hablar, los que me aconsejaban, los que siempre estaban presentes, ya no están a mi lado. El regresar a “casa” después de la escuela fue y sigue siendo distinto, o incluso extraño. Simples cosas que disfrutaba se volvieron casi imposibles incluso el mirar las nubes se convirtió en algo casi insoportable y la tranquilidad con la que pasaba mis días se tornó en un caos en mi interior.

La escuela no estaba “mal,” conocí a amigas que hasta al día de hoy soy cercana. De alguna forma me divertía ir a la escuela pero no el regresar a “casa.” Me sentía sola, y lo que en su momento me hacía feliz ya no me ocasionaba ningún sentimiento; a diario trataba de convencerme que “todo iba a estar bien” y ese “sentimiento” se disiparía con el paso de los días, meses o talvez años, lo único que tenía que hacer era seguir adelante. Tenía que avanzar y ocasionalmente ese sentimiento que ocasiono mi decisión iba a desaparecer, eso era lo que pensaba. La espera no funcionaba y así pasaron años dos años, ese sentimiento solo se intensificaba. Retuve esos sentimientos por mucho tiempo, no los dejaba salir; no era capaz de hacerlo, simplemente no estaba lista. 

Pero ¿cómo se supone que debería estarlo? No quería aceptar que nada iba a ser como lo era antes, que todo cambio e incluso si quiero regresar a mi hogar, nada iba ser igual. Mis sentimientos/emociones se encontraron en una batalla constante con mis pensamientos por esos dos años. Y lo peor de esta situación es que tuve que enfrentarlo sola, una batalla donde solo me tenía a mí misma ya que no quería preocupar a las personas a mi alrededor ni a mi familia. Yo sola trataba de asimilar los efectos de mi decisión mientras trataba de encontrarles algún sentido o solución. Como era de imaginarse esto no fue para nada fácil y no pude por mi cuanta, alguien me tuvo que ayudar. Durante la pandemia antes de entrar un clase vía zoom, una canción se me apareció; la canción estaba en coreano y tenía subtítulos en español. Esa canción fue el inicio de un cambio, me marco tanto que todavía recuerdo el primer verso de la canción: Conozco esa inseguridad porque incluso si hablas con el corazón/ Acabará regresando a ti como cicatrices/ No diré cosas tan obvias como ‘ten fuerza’/Te contare mi historia; te la contare,” no pude retener mis emociones. Talvez suene como un cliché pero cuando oí la canción sentí que no estaba sola, que por fin alguien me entendía sin juzgarme, que no tenía que contener mis emociones o luchar con ellas, tenía que dejarlas salir. Ellos fueron y son una pequeña luz en la oscuridad que atravesé, son mi refugio. Ese día llore por horas pero también descubrí a las personas que brindarían alegría a mis días, personas que me enseñaron a no ocultarme. La canción es de BTS y se llama Magic Shop, tal vez suene como una exageración pero esa canción cambio mi vida. No sé que hubiera sido de mí si no hubiera oído esa canción, si no los hubiera conocido, no lo quiero ni imaginar o mejor dicho no puedo imaginarlo. 

Ese sentimiento no ha desaparecido totalmente, pero aprendí a enfrentarlo; a poder hablarlo. Estoy aprendió a vivir y disfrutar mis días, el mirar las nubes me causa una sensación de calma, y las pequeñas cosas me alegran los días. Mi decisión me ocasiono cosas que jamás en mi vida imagine enfrentar. Esa decisión, la cual se suponía sería una “aventura” se tornó en lo contrario pero gracias a esta pude conocer a personas que me han ayudado de una forma inimaginable las cuales se han vuelto parte importante de mi vida. Logre entender que el cambio es inevitable y no siempre es malo, tenemos que tratar de ver el lado bueno. Si bien mi decisión me hirió de una manera horrible también me ayudo a crecer como persona; me enseño que no estoy sola. Después de esta temporada de invierno la primavera llegara, pues ninguna estación es eterna.