Mi rimer juego en la universidad

Empecé a jugar voleibol a los 8 años. Recuerdo que estaba en segundo grado y le dije a mi mamá que quería jugar. Mi hermana es la razón por la que quería jugar. Iba a todos su juegos y prácticas. Pensé que también lo podía hacer si empecé a practicar. Pude practicar con mi equipo y luego con el equipo de mi hermana. Estaba muy feliz de haber tenido práctica adicional con chicas mayores. Hasta ahora todavía juego voleibol.

Después de mi último año de voleibol en la escuela secundaria, estaba pensando si seguiría jugando en la universidad o no. También jugué en un equipo de viaje. Eso fue cuando el entrenador de QCC me reclutó. Estaba muy feliz porque podía seguir jugando en universidad. Recuerdo que estaba bien nerviosa cuando primero comencé. Me tomó tiempo sentirme cómoda. Pasaron las semanas y llegó el momento del primer partido. Me puse muy nerviosa porque las chicas eran buenas y había mucha gente. Para calmar mis nervios pensaba: “Lo tienes, lo has hecho muchas veces”. También escuchaba música. El juego fue bueno y me divertí mucho con mis compañeras. Disfruté el resto de la temporada. Hice grandes amistades. Nos tratamos unas a otras como familia.

Aprendí que mi amor por el voleibol siempre estará ahí. No estoy lista para dejar de jugar. Me alegro de que mi hermana me haya inspirado a jugar. No cambiaría mi decisión. También aprendí que no importa lo bueno que creas que es el otro equipo, debes tener fe en ti mismo. Si no lo haces, pensarás negativamente. Pensar negativamente puede arruinar tu forma de jugar. Siempre hay que tener confianza y pensar en positivo. No puedo esperar para comenzar la nueva temporada. Siento que va a ser genial.