Desde que era pequeña, siempre admiré el sacrificio de mis padres. Mis padres llegaron en el año 1973 a los Estados Unidos con el sueño americano, buscando un futuro mejor. Día tras día, ellos sí hicieron su mejor esfuerzo de ir a trabajar y eso me inspiró a ser más disciplinada y persistente en todo lo que hago.
En el año 2021 fue mi último año en la secundaria. En mi escuela secundaria, el gobierno ofrecía una gran variedad de programas que beneficiaron a muchas personas. Estos programas eran apoyo académico, recursos financieros y oportunidades de desarrollo personal y profesional. Justo cuando estaba yendo a clases me topé con un programa de regularización. El programa de regularización ayuda a personas que se encuentran sin documentación a obtener un estatus legal. Esta era una gran oportunidad para mí para ayudar a mis padres pero obviamente para registrarse en el programa, tenía que tener 18 años y más para seguir con el proceso. Decidí avisar a mis padres y ellos de la emoción sí estaban de acuerdo y desde ahí nosotros comenzamos.
Primero, ellos tuvieron que reunir documentos que demostraran en dónde viven durante los años que están aquí, registros de empleo, buen comportamiento y lo más importante es la contribución a la comunidad. Después de ese proceso, tuvieron que asistir a muchas entrevistas y exámenes médicos para asegurarse de que cumplan con todas las regulaciones de la salud. Aunque el proceso fue muy difícil porque cualquier error o una pequeña falta podía retrasar la entrevista, nosotros contratamos a un abogado de inmigración que nos guio a cada paso del proceso y gracias a dios todo salió bien que los aprobaron. Entonces desde ahí les tocaba esperar.
Meses pasaron y llegó el día de la entrevista final en donde los acompañé al centro de inmigración. Ellos entraron en una oficina y yo me quedé afuera esperando con mis manitos sudados y con muchos nervios. La entrevista duró como casi una hora y media, así que esperé y esperé y esperé, hasta que vi las puertas abrirse y ahí salieron llorando cuando finalmente me dieron las noticias de que habían sido aprobados. Lloré de orgullo porque una como hija sueña dar todo a sus padres, como ellos me dieron a mí y a mis hermanas.
Ahora mis padres pueden hacer mucho ya que son residentes de los Estados Unidos. Mirando hacia atrás puedo reconocer que hay que tomar cada pequeña cosa en la vida con mucho esfuerzo y dedicación porque con todo se puede en la mano de dios.