Durante mi último año de escuela secundaria vivíamos tranquilos, todo estaba normal. Aunque había noticias de un nuevo virus en China, ese virus estaba lejos, nosotros no teníamos nada de qué preocuparnos. Pero en marzo del 2020 las escuelas cerraron, los restaurantes cerraron, todo se cerró, y ya no podía hacer nada, y vimos todo lo que estaba pasando en el mundo desde adentro de nuestras casas.
Recibí mi aceptación de John Jay College, la universidad a la que quería asistir. Con planes de irme ya que las clases ya iba a comenzar en el otoño. Porque todo estaba en línea nunca tuve la chance de ir al colegio para mis clases. Conocí a algunas personas que me ayudaban con mi tarea, pero solo fuimos compañeros y nosotros nunca nos vimos como amigos.
Un año después ya tenía clases en el colegio, bueno en realidad solo tenía una clase, pero ya podía salir de la casa. Finalmente tuve una chance de explorar el edificio de la universidad. Pero la exploración tuvo sus inconvenientes. Cuando yo estaba en camino hacia mi clase, me perdí: no sabía a dónde tenía que ir. Yo quería irme en las escaleras, pero no podía encontrarlas entonces tenía que irme a los elevadores, pero pasé un buen tiempo buscándolos también. Finalmente, me encaminé para el sexto piso donde estaba mi clase, pero todavía tenía que encontrar el cuarto. Caminé a todos lados en ese piso y lo encontré, pero me costó mucho tiempo.
Cuando llegué a la clase, el profe apenas se metió, también me metí y escogí un asiento cerca de la ventana. La vista era increíble: podía ver todo el Jaywalk, una terraza enorme de la universidad, y los edificios de la ciudad. Estaba lloviendo ese día y las nubes estaban circulando los edificios grandes con unas gotas de agua allí en la ventana. El profesor nos enseñaba cómo leer códigos de la computadora. Y yo miraba afuera de la ventana, pensando si algún día iba a tener más de mis clases en persona, para a caminar más en los corredores de John Jay.