Privilegio Blanco en La Escuela

Orientación  

Nací en El Salvador y me vine a vivir con mis padres a Nueva York cuando tenía solo ocho años. Pude aprender el inglés rápido gracias a la ayuda que me brindaron todos mis maestros. Durante mis años en la escuela secundaria, los estudiantes siempre suponían que yo era blanca, pero nunca le presté mucha atención ni encontré mucha ofensa. Fue durante mi tercer año en el bachillerato cuando tenía dieciséis años que finalmente acepté el hecho de que yo, solo por tener la piel clara y poder hablar el inglés sin un acento fuerte, tenía más privilegios que otras personas en mi escuela. 

Evento 1 

Era una mañana fría de diciembre. Me recuerdo de este día porque fue el día después de que pusimos el árbol de Navidad. Sabiendo que la escuela estaba a solo cinco minutos a pie de la casa, me levanté tarde y tomé mi precioso tiempo para alistarme. Cuando mi mejor amiga me dijo que estaba afuera, salí de la casa y empezamos a caminar hacia la escuela. Era un día normal, entramos a la escuela, pasamos por el escáner de metal, y nos dirigimos a nuestras clases. Después de terminar los primeros cuatro periodos de nuestro horario llegó la clase de inglés /escritura. 

Evento 2  

Al entrar en la clase, me dirigí hacia la parte trasera del aula. Durante estos días las mesas individuales para los estudiantes habían sido cambiadas por grandes mesas redondas. En cada mesa se sentaba un grupo de seis estudiantes. En mi mesa se sentaban mis amigos, tres hembras y tres varones. Cuando la clase empezó, la maestra nos dijo que guardáramos nuestras cosas y sacáramos los lápices porque íbamos a tomar un examen antes de empezar las vacaciones de invierno. Después que todos recibieron un papel, todos comenzaron el examen. Había un silencio grande en el salón de clase, lo único que se escuchaba era el golpeteo del lápiz contra la mesa de madera. En ese momento el silencio fue interrumpido por la fuerte voz de la profesora. Todos nos detuvimos y miramos que tenía una bolsa en la mano. La maestra le dijo algo a la maestra asistente y salió del salón de clase. La maestra asistente recogió todos los exámenes. A este punto todos en la sala se estaban enviando miradas preocupadas y confundidas. 

Evento 3 

Cuando la maestra regresó al salón de clase, no dijo nada. Al rato, el vice principal entró y llamó el nombre de un estudiante. Todos miramos al estudiante empacar sus cosas y salir del salón con el vice principal. Pronto cada nombre de los estudiantes fue llamado uno por uno y ninguno de ellos regresó a la clase. Finalmente llamaron mi nombre. Agarré mi mochila y miré a mis amigos antes de seguir al vice principal. Al caminar en la oficina del director me puse más nerviosaYo sabía que a veces me metía en problemas, pero nunca me metí en el tipo de problema que me mandaba a la oficina del director. Parada en frente del escritorio, el director me miró y luego señaló a su escritorio. Mirando hacia abajo pude ver unas 10 bolsas pequeñas con polvo blanco. Sabía lo que era, estaba bastante segura de que todos sabían lo que era. Después de unos segundos me empezó a preguntar preguntas. “¿Sabes qué es esto?, ¿Alguna vez has usado esto? Ser honesta es mejor que ser atrapada en una gran mentira, ¿es esto tuyo sí o no?”. Después de que terminó, me dijo que me dirigiera a mi próxima clase. No supe hasta más tarde que uno de los estudiantes en mi clase había traído drogas a la escuela, y de los 30 estudiantes de la clase, yo era una de los pocos a quienes no llamaron a sus padres.  

Evento 4 

Cuando terminó la escuela y miré a mis amigos les pregunté qué había pasado. Me dijeron que alguien había traído drogas a la escuela y que el director había llamado a todos sus padres delante de ellos. Descubriendo esto, me sentí culpable y confundida, ellos habían llamado a todos sus padres meno los míos. Cuando les dije a mis amigos, la respuesta que me dieron fue lo que me hizo darme cuenta de todo. Uno de ellos me dijo “¿No es obvio? No llamaron a tus padres porque te ves blanca. Nosotros sabemos que eres hispana, estoy seguro de que todos ellos lo saben también, pero como hablas inglés perfectamente sin un acento fuerte como nosotros, porque tienes la piel muy clara, definitivamente puedes hacerte pasa por una persona blanca y salirte con la tuya”. Mi mejor amiga luego habló y dijo: “¿No recuerdas la vez que fuimos a una de esas tiendas ricas en Manhattan? Te dejaron entrar rápido y a nosotros nos empezaron a hacer preguntas. Soy dominicana, Paola es salvadoreña como tú, somos todos hispanos, pero como te ves diferente a nosotros y más como ellos, puedes tener más privilegios”. Tal vez otra persona se hubiera enojado con la honestidad de ellos, pero para mí fue una revelación porque después de este incidente pude ver que sí, trataban diferente a mis amigos incluso a mis familiares que a mí. 

Reorientación 

Después de que experimenté este incidente, vinieron muchos más. Me di cuenta de que el mundo era muy injusto. Era muy injusto porque no solo me estaban faltando el respeto al adivinar mi raza solo por el color de mi piel, sino también por el trato diferente que recibían mis amigos, y parientes solo porque tenían la piel más oscura y hablaban el inglés con un acento fuerte. Al pasar los años muchas personas me han dicho que debería estar feliz y orgullosa por tener la piel blanca y hablar el inglés bien porque tengo muchos privilegios y puedo pasar por una persona blanca, pero me hace pensar si eso es algo bueno o no. No quiero perder mi identidad, tampoco quiero cambiarla y no lo haré. Pero me he dado cuenta de que, aunque tener ese privilegio es malo, trae ventajas a la vida de alguien.