Mi Español y Mis Experiencias

Empecé a aprender el lenguaje español cuando sólo tenía 6 años. Mis papás siendo de México, siempre me hablaban en español, pero yo siempre les contestaba en inglés. No fue hasta que discutieron sobre mi doble nacionalidad de ser la primera generación de méxico-americano de nuestra familia que decidieron que tenía que aprender a hablar español.

Mis papás vinieron a este país en búsqueda de una vida mejor, con nuevas oportunidades para su futuro familiar, yo y mis hermanos. Dejando todo lo que conocían, su familia, su comunidad y sus amigos. Pero algo que no olvidarán fue su cultura, sus tradiciones y su idioma. Cada sílaba, cada conjugación y cada palabra tiene el poder de contar historias, de conectar culturas y de reflejar nuestras identidades. Si no fuera por mi español, no podría trabajar como traductora en mi clínica de pediatría. No podría ayudar a mis papás a llenar papeles importantes o sentir esa conexión con mi familia de México. Saber dos idiomas es una de las mejores ventajas, pero viene con un precio.

Porque aprendí el español en mi casa con la ayuda de mis papás y de un miembro de mi iglesia que me daba estudios de la biblia en español, no comprendía que el mundo no es tan amable con cosas extranjeras. Cómo un lenguaje “extraño”, no entendía que existían prejuicios en contra de personas que hablan con acentos. Esas mismas personas a veces sufren de la idea falsa de ser menos educados. ¡Que a veces puedo estar hablando en la lengua nativa de mis papás y alguien nos puede decir “talk in English you’re in America now” sin saber que yo también soy de aquí! Que yo también tengo los mismos derechos que ellos, que solo porque puedo hablar otro idioma que no sea inglés no significa que soy menos americano.

Todo esto lo fui aprendiendo con los años. Y la primera vez que tuve que defender mi lindo español fue cuando solo tenía 8 años. Todo empezó desde mi escuela con mis maestras del tercer grado, yo estaba teniendo problemas de lectura y ellos opinaron que era porque mis papás solo me hablaban en español. Como eso puede causar confusión, mis maestros veían el español cómo una desventaja. A lo largo de mi vida he pasado por mucha discriminación porque soy hispana o porque hablo dos idiomas. Pero aun así, sigo estando orgullosa de mis raíces y siempre estoy practicando mi español para mejorarlo.

Me gusta ir a México y estar con mi familia, me siento tan feliz sabiendo que puedo comunicarme con ellos. Aunque sé que mi español no es perfecto y todavía no clasificó como ser fluida, no me importa. Yo lo hablo con errores, y escucho las correcciones. Y cuando a veces me da frustración cuando no puedo decir una palabra o expresar mi personalidad me acuerdo de todas las memorias bonitas y personas amables que he podido conocer sabiendo español.

Tengo que aceptar la imperfección, porque nadie es perfecto en el aprendizaje de aprender un nuevo idioma. Tengo que acordarme de mis logros, y de todo mi progreso. Ya no soy la misma niña que no podía escribir ni un mensaje en español y el mundo también ha cambiado, vamos aprendiendo cómo celebrar la diversidad: apoyando el bilingüismo. Y todos los días, la gente latina sigue rompiendo estereotipos y abriendo nuevas oportunidades para las futuras generaciones.