Celia Peralta, tiene 55 años, y trabaja cuidando a personas mayores. Wilfredo Peralta, tiene 62 años, y trabaja como manager de una barra. Ellos son mis papás y tienen tres hijos: dos varones y una hembra, Jocelyn Peralta, la autora de este texto. Mi padre, Wilfredo Peralta, sufrió de un paro cardíaco a los 60 años de edad mientras estaba haciendo ejercicio. Estaba solo, era temprano en la mañana.
El día del paro, Wilfredo se recuerda todo lo que sucedió hasta el punto de perder la conciencia en el parque. El afirma: “Fue un día normal como lo restos, llegué de mi trabajo, me cambié y me comí algo muy liviano para ir a correr. Llegué al parque y comencé a correr, pero ya después de algunas vueltas me sentí muy cansado y con ganas de desmayarme so me puse en cuclillas y cuando me levanté ya estaba en el hospital. No sabía lo que me sucedió, pero me dolía mucho el pecho y por el alrededor mío estaba mi familia.”
Justo cuando todo esto estaba sucediendo, llamé a mi papá y aunque me contestó, lo único que pudo decirme fue que se había caído. Después de esto, ya no pude escuchar su voz, solo escuché los sonidos de la ambulancia. Entonces, uno de los paramédicos que lo estaba atendiendo se puso al teléfono. Yo escuchaba los sonidos de shock del desfibrilador hasta que los sonidos pararon, reemplazados por un mensaje aterrador: “I’m sorry we did everything we could”. Angustiada, rechacé lo que me decían y les rogué que siguieran intentando activar su corazón. De tanto suplicar, lo hicieron una vez más y por fin escuche el corazón de mi padre volver a latir. Le llevaron al hospital y cuando me dieron los datos de a donde le habían llevado, inmediatamente viaje hasta él.
Mi padre no recuerda mucho de su experiencia en la ambulancia, solo recuerda un poco después de estar en su cuarto en el hospital; pero su esposa sí recuerda llegar al hospital y encontrarlo. Ella me cuenta: “Él no me pudo reconocer. Le toqué su pierna al llegar y le dije ‘Hola Negro, ¿cómo te sientes?’ inmediatamente recogió su pierna para que no le toque, y me quedó mirando.”
Después de una semana en el hospital, Wilfredo había sido dado de alta, los médicos no tenían respuestas de por qué le había dado un paro cardíaco a mi padre ya que él era una persona que se cuidaba mucho la salud y hacía ejercicio. Sin embargo, una semana más tarde se encontró de nuevo en la cama del hospital. Wilfredo sufrió una vez más otro paro cardíaco pero esta vez con más peligro de vida porque los médicos habían encontrado que su arteria estaba obstruida en un 90%. Por esta razón, fue enviado inmediatamente a un hospital especializado en problemas cardiovasculares, y cuando el médico de ese hospital vio los resultados de mi padre el siguiente paso dado fue someterlo a una cirugía donde le pusieron un desfibrilador cardioversión implantable y un stent para desbloquear las arterias.
El médico le había aconsejado a Wilfredo que descansara y tomara reposo por lo menos dos meses. Los doctores le dieron instrucciones específicas para el resto de su vida: no alzar objetos que pesan más que 50 libras y no hacer mucho esfuerzo. Por esta razón, Wilfredo no pudo regresar a trabajar, entonces su esposa con su hijo le remplazaron a él en su trabajo. Celia tuvo que dejar su trabajo de cuidar a ancianos y colaborar en el trabajo de su esposo.
Al final, Wilfredo ahora se encuentra en un estado saludable donde ahora puede seguir trabajando y haciendo ejercicio.