Los cambios pasarán

Desde pequeña, oía una voz en mi mente que me decía que tengo un poder magnífico para ayudar a la gente, especialmente a las mujeres y los niños pequeños. Me llegó mi oportunidad para aprovechar mi voluntad y hacer un cambio positivo en mi escuela secundaria en el año 2016. En ese tiempo, yo tenía diez y seis años con un hijo de dos años, además, estaba estudiando y trabajando. En este tiempo yo iba a una escuela secundaria, Bronx Academy for Software Engineering, que en total era predominantemente masculino, con la proporción de niños a niñas de 20:1. 

Tomando en consideración el tiempo de pubertad que todos estábamos, una solo puede imaginar las situaciones en las que nos metíamos la niñas y los niños. Todas las hormonas que fluían en nuestro cuerpo aumentaban la posibilidad de conflicto, especialmente en el sentido de los papeles de género.  Los niños encontraban cualquier manera de humillarnos y asegurarse que tenían algún tipo de control sobre nosotras porque ellos sabían que eso nos podía bloquear de tratar de superarlos, porque las emociones lo complican todo. Ya sea emocionalmente, mentalmente, o hasta físicamente ellos encontraban la manera para hacernos daño

Nos empezamos a dar cuenta de que los muchachos estaban jugando un tipo de juego con nosotras porque cuando nos contamos historias en el grupo, vimos que estábamos pasando por situaciones similares. Por ejemplo, un niño le dice a una niña que le gusta que ella confíe en él y lo que ella le cuenta en confianza, él se lo cuenta a todo el mundo. Para ellos, era una broma, pero para nosotras, nos dolió, y nos afectó emocionalmente y mentalmente. 

Empezamos a sentirnos derrotadas por los muchachos y esto fue cuando llegó nuestra oportunidad de crear nuestra voz. Un día durante el tiempo del almuerzo, se me acercó una trabajadora social nueva que teníamos que se llamaba Katherine, y me preguntó si yo estaba interesada en participar en un grupo femenino que ella estaba creando para nuestra escuela. Alegre y aliviada, le dije que sí, y en ese momento, yo sabía que era mi oportunidad para aportar cambios y conocimiento sobre lo que realmente estaba pasando en nuestra escuela. Con este grupo, yo sabía que juntas podíamos cambiar la cultura de la escuela y enseñarles a las demás que no tenemos que estar una en contra de la otra, sino juntas y al unísono.

Las chicas del grupo nos encontrábamos cada jueves a la hora del almuerzo para sentarnos y hablar sobre temas sociales, políticos, y para compartir nuestras experiencias individuales. En estas conversaciones hablábamos sobre la cultura de la escuela y cómo la escuela trata a las estudiantes en todos los grados. Llegamos a la conclusión que una escuela dominada por masculinidad toxica no iba a entender completamente nuestras luchas y desafíos. Pasamos mucho tiempo hablando sobre los cambios que deseábamos ver en la escuela culturalmente y académicamente y cómo esos dos factores tienen una relación con nuestro aprendizaje. Decidimos anotar información y enviar una encuesta a todas las muchachas para seleccionar lo más importante sobre nuestras temas de preocupación para luego tener una reunión con el director a ver cómo podíamos arreglar estos problemas. 

A las dos semanas nos tocó la cita con el director para hablar sobre los temas que nos preocupaban. Presentamos todas nuestros argumentos y puntos importante sobre cada tema. Él nos escuchó pacientemente dejándonos expresar nuestras opiniones y posibilidades de soluciones para estas problemas. Empezamos con establecer que queríamos que nuestro grupo femenino fuera un club escolar permanente para todas las estudiantes actualmente y en el futuro, para tener un espacio permanente donde las niñas pueden hablar de sus sentimientos o descansar de los otros estudiantes. Luego, pedimos una asamblea para llamar la atención sobre el comportamiento de los muchachos y avisarlos de que ya sus trucos no se tolerarían en la escuela y tendrían consecuencias. 

Cuando el director se puso de acuerdo con nosotras y nuestras peticiones nos pusimos muy contentas. Estábamos emocionadas de ver cómo estos cambios mejorarían nuestra experiencia de aprendizaje. Los muchachos al principio no estaban contentos con lo que estábamos haciendo, pero los cambios eran necesarios porque no es justo intimidar y acosar a tus compañeras de escuela. Deberíamos llevarnos bien y enfocarnos en completar nuestros estudios y pensar en qué queremos para el futuro. 

Ya sé que el abuso de la figura masculina contra las mujeres es algo que ha sobrevivido en nuestra sociedad por siglos y siglos; pero la realidad es que no es justo ni entonces ni ahora. Las mujeres, especialmente las mujeres de las minorías, incluyendo las mujeres latinas, pasamos por abuso verbal, mental, sexual y emocional todos los días, y muchas veces viene de la persona que nunca esperarías que te hiciera daño. También pasa bastante en el ambiente escolar. Es una epidemia lo que está pasando ahora contras las mujeres; hasta las niñas menores están sufriendo porque el abuso femenino está creando un efecto dominó que yo querría cambiar. 

Aunque solamente pude cambiar lo que estaba pasando en mi escuela, sentí que estaba cambiando la vida a muchas personas. Hay muchachas  que me han dicho cuánto agradecen lo que yo he hecho para cambiar la cultura de la escuela y eso es algo de lo que estoy muy orgullosa.