La persona que yo entrevisté es Maritza Prego. Es mi madre: la mujer más fuerte que yo conozco. Va a cumplir setenta y tres años el mes que viene. Casada tres veces y tiene dos hijos. Vive en Miami, Florida, pero quiere regresar a Nueva York. Nació en Uptown Manhattan. Una mujer que, si alguien le tiende una trampa, seguro que ella nunca le vuelve a hablar.
Después de muchos años viviendo en Florida, el evento más alarmante que mi madre sufrió fue el día de Huracán Andrew en 1992. Un huracán categoría cinco y uno de los más peligrosos.
La tormenta duro más de cinco horas en el sur de Florida, causando daño y destrucción a su paso. En el año 1992, ella no estaba bien preparada para un evento como este. Las ventanas que tenía no eran las que debía tener. No pudieron suportar esta gran tormenta. Experimentó mucho viento, pero sobre todo agua.
Mi madre estaba en su casa con mi hermano Joey y la perrita, Suki. Cuando el huracán estaba en la parte más fuerte, mi hermano entró el baño y se metió en la bañera. Mi mamá y Suki se metieron en un closet y allí se quedaron.
Otra cosa que pasó en la casa de mi madre es que el techo de la cocina se cayó y la cocina se llenó con agua que llegaba hasta las rodillas. Casi todas las personas sufrieron pérdidas de su propiedad: muebles, carros, ropa. Muchos perdieron todo. Fue un tiempo muy triste en el vecindario donde vivían mi hermano y mi madre.
Actualmente, mi madre está mejor preparada para un huracán. Tiene suficiente agua para tomar porque compra cinco cajas a la vez. Tiene comida en la nevera, pero siempre tiene miedo que, si se va la electricidad, la comida se pudra. Las ventanas tienen persianas que son muy caras, pero necesarias en un estado con tanto huracán. Ahora, si ella no está en casa, con esas ventanas y persianas, está más tranquila porque la casa está protegida. El treinta aniversario de Huracán Andrew es este año, y todavía mi madre no se olvida.