Mi padre se llama Esteban Ramón Rojas y tiene cincuenta y tres años. Es un hombre pequeño y le gusta hacer el tonto, pero también es muy duro y masculino. Le gusta decir chistes y jugar con perritos. Sabe cómo pelear y cómo hacer que los bebés dejen de llorar. Mucha gente le tiene miedo, pero también le tienen confianza. Es mexicano y neoyorquino. Sus experiencias como inmigrante en Nueva York han sido importantes para la persona que es hoy.
Mi padre nació en la ciudad de México en el año 1969. Tenía cuatro hermanos y hermanas. Vivían en una casa pequeña y estrecha. En su opinión, crecer como niño en México en los 70s era algo muy simple y limpio, aunque él era pobre.
En el año 1984, mi padre se montó en un avión a Nueva York con su familia cuando tenía quince años. Era la idea de su madre porque escuchó que era una ciudad en la que podías ganar dinero con facilidad. Se mudaron al Bronx. Ya tenían familia en Nueva York, así que no estaban solos. También pasaron estrecheces. Para una familia de siete, solo tenían un cuarto.
Para él la ciudad fue una aventura pero también algo peligroso. Los trenes y los vecindarios eran muy interesantes porque eran muy diferentes a México, aunque estaban más sucios. La vida fue muy dura porque había mucha pobreza-los vecindarios estaban abandonados y quemados y había mucha basura en las calles. Estuvo en la escuela hasta los 16 años. Fue expulsado por pelearse con su abusador; quién era otro estudiante. La escuela nunca paró a su abusador porque eran racistas y no lo querían ayudar porque era mexicano, así que tuvo que hacerlo él mismo. Nunca volvió. Empezó a trabajar después de esto como chico de los recados en una joyería.
Mientras crecía como adolescente se daba cuenta de que había mucha cultura en Nueva York, como los bailes, la ropa, y la música. Estaba fascinado con todo lo que veía. Fue a muchos conciertos punk y metal. Comenzó a sentirse como en su casa,-pero Nueva York no era perfecto. Lo que era malo era que la gente le faltaba al respeto a la gente mayor y también el racismo de la policía.
Se mudó de la casa en que vivía con su familia cuando tenía diez y ocho años. Ya no trabajaba en la joyería pero hizo otros trabajos, como lavaplatos, guardia de seguridad y obrero industrial. Finalmente, pudo tener su propio apartamento. Le gustaba tomar con amigos, hacer dinero, y patinar. Aprendió a ser un adulto y a ser más independiente. En los años que siguieron tenía una vida tranquila, pero divertida.
Cuando tenía treinta años logró muchas cosas. Obtuvo su GED. Se mudó a Queens y lo encantó. Conoció a mi madre. Después de unos meses de salir, mi madre se quedó embarazada de mí. Él nunca quiso ser padre, pero cuando yo nací todo cambió. Sintió puro amor de padre.
Ahora, en el año 2022, mi padre está muy orgulloso de su vida. Está orgulloso de ser neoyorquino y tener hijos. Siente que todo lo que experimentó era necesario para ser la persona que es hoy. No se arrepiente. Cada error y pelea que tuvo lo hizo más inteligente. Se volvió independiente y trabajador. Se convirtió en lo que más valoraba en otras personas y me enseñó esto a mí y mis hermanas.