Sobre la vida en Honduras, entreviste a Mayra Alvarado de su niñez en San Pedro Sula. Hoy en día es mi super mamá y una fuerte trabajadora en Nueva York. Hablamos de cómo era la vida cotidiana en su barrio, cómo pasaba el día ella como niña y de lo que cambiaría si pudiera.
Mayra tuvo una infancia sencilla viviendo en casas de sus familiares mientras su mamá soltera mandaba dinero de los Estados Unidos. Creció con sus tíos y sus primos, quienes se ayudaron entre ellos mismos para algún día todos vivir en Nueva York juntos. Nacida en el 1968, ella vivió en su barrio hasta el 1979.
Recuerda que su niñez era feliz y pacífica. Vivía en un barrio donde todos los vecinos eran muy unidos. En las Navidades todos se visitaban y compartían. En su barrio había un árbol bien grande y alto, y Mayra recuerda, “Me sentaba en la acera a mirarlo y a veces me asustaba porque, tan grande que era, yo, en mi imaginación, pensaba que se iba caer.”
Un día normal era levantarse, desayunar, limpiar y entonces ir a la escuela. Al rato cuando la escuela terminaba, los niños regresaban a sus casas para comer, hacer tareas y jugar juntos. Sus recuerdos favoritos son de cuando su mamá mandaba ropa y juguetes de los Estados Unidos. Era una gran alegría para ella. En momentos malos no tenían para comer, pero siempre podían decir gracias a vecinos que compartieron lo que ellos tenían de dar. La comida común era arroz, habichuelas, guineo verde, o también espagueti como lo preparan los hondureños.
Hoy en día en ese mismo barrio donde Mayra nació hay mucha violencia y pobreza. Cuando llega gente de fuera, la gente que vive ahí hoy te mira con sospecha y tal vez curiosidad de qué pueden quitarte. Pero Mayra recuerde que en su época “uno vivía más tranquilo, no había mucho estrés, la gente era más unida y alegre, más sincera. Pienso que ahora hay cambios muy difíciles para todos los seres humanos.” Durante las últimas décadas la vida en San Pedro Sula ha estado dura por la pobreza y violencia de gangas, drogas y feminicidio. Ahora con la pandemia y desastres naturales, es casi imposible sobrevivir para cualquiera.
Cuando le pregunté si tuvo una niñez feliz, ella dijo que sí, pero si pudiera cambiar algo de su niñez, sería su manera de pensar sobre los Estados Unidos antes de venir a vivir en Nueva York. Ella lo imaginó como un sitio fantástico donde todo era feliz, pero era solo otro mundo de lucha. Hoy, si pudiera volver de nuevo a ser una niña en Honduras, ella piensa que lo haría.
“Claro,” dijo, “Cambiaría muchas cosas.”