Un viaje a Ecuador

El verano del 2022; cuando tenía 19 años, mi familia se fue a Ecuador por todo el mes de julio, entonces yo me quede sola en la casa con mi perrita y gato. No me gustaba la idea de dejarlos; por eso me quedé durante ese mes, me la pasaba con mis mascotas y mejor amigo Sergio.

Cuando mi familia regresó en agosto, me contaron de todo que hicieron, por ese motivo me puse un poco triste porque sí extrañaba Ecuador. Le conté a Sergio lo que sentía; y él me dijo que por qué no me iba ahora que mi familia podía cuidar a mis mascotas. La idea no era mala, pero no quería ir sola; por esa razón, le pregunte si le gustaría ir y le conté de lo todo que podíamos hacer. 

Le gustó la idea; pero, teníamos que preguntar a nuestro padres, y cuando lo hicimos, por suerte nos dijeron que sí. En ese momento empezamos ver unos boletos; y encontramos unos no tan caros que eran para la próxima semana.

Era el día de nuestro vuelo, estábamos muy emocionado, así que hablamos que durante la noche no podíamos dormir por estar muy emocionados de ir a Ecuador. Nos quedamos dormidos durante todo el vuelo y al fin ¡llegamos en Guayaquil! 

Mi papá mandó a mi abuelita que nos recoja. Sergio estaba emocionado de por fin estar en Ecuador, y conoció donde mi papa creció que era Biblián, y conoció al resto de mi familia. 

Durante el tiempo que nos quedamos con mi familia Sergio y yo montábamos caballos, ayudamos a cuidar la granja de mi abuela y sacamos leche de las vacas. Él siempre se veía bien contento en ayudar. Yo estaba bien alegre y reconocía cuánto extrañaba la vida de granja que vive mi abuela. A los dos nos encanta estar con animales y era la primera vez que Sergio pudo trabajar en una granja. 

Los cinco días pasaron muy rápido, pero, era tiempo de ir a visitar un lugar que hacía calor,  así que nos fuimos por unos días al Troncal. 

Este es un lugar que yo ya conocía y quería que Sergio también lo conociera; por ese motivo nos quedamos en la casa que tienen mis padres. Allá fuimos a los mercados, a diferentes restaurantes y con alegría probamos tantos diferentes platos tradicionales de Ecuador. 

También fuimos a otras tierras que tienen mis padres; de hecho allí escogíamos fruta que mis padres hacían crecer: la maracuyá, el cacao, las naranjas, y las bananas, por suerte todo era fresco y bien rico. 

Al fin nuestra vacación ha terminado. Fue inolvidable para los dos. Estaba alegre de tener la oportunidad de visitar mi país otra vez, estar allí con Sergio y poder enseñarle todo lo bello en Ecuador.

Todos los recuerdos que hemos hecho los llevaré siempre conmigo.