El día que me hice madre fue el día más maravilloso de mi vida; una experiencia que jamás pensé que viviría tan pronto. Fue un día 31 de enero del 2013 cuando conocí a mi primer hija. Alexia nació en el hospital Flushing, que queda en el condado de Queens. Verla por primera vez me lleno de mucha alegría y sentí lo que es tener amor a una persona que yo sabía que había crecido dentro de mí.
Yo sentía mucho miedo al saber que a mi edad tendría una hija porque era muy joven, apenas tenía 16 años. La verdad, no sabía qué hacer, porque siempre he sentido mucho miedo y ansiedad del proceso. Unas de mis prioridades era asegurarme de asistir a mis controles médicos cada mes y ya después eran cada semana. Durante este proceso recibí mucha ayuda, en el hospital donde me daban clases de nutrición para saber cómo alimentarme para que mi hija creciera saludable. Siempre hablaba mucho con mi madre para que me aconsejara en lo que debería de hacer, ya que era una persona con experiencia en esto. Mi mamá fue mi soporte más grande y mi gran apoyo en todo este ciclo de mi vida y lo sigue siendo hasta ahora, pero en especial el día que ya me tocaba traer a mi hija al mundo porque estaba llena de miedo y nervios.
Recuerdo el día que me tocó ir a una cita médica y me dijeron que ya mi bebé no tenía suficiente fluido amniótico. Al escuchar esto me preocupé mucho, al igual que los médicos. Por esta razón, me mandaron a la sala de parto y decidieron inducirme antes de la fecha. No estaba preparada aún porque todavía me faltaban un par de semanas más.
Después de que los doctores decidieron inducirme, me internaron en el hospital donde pasé 14 horas en la sala de parto esperando que la bebé llegara a su punto de dilatación. Fueron las 14 horas más intensas de mi vida porque estaba llena de un dolor que jamás había sentido antes y por ello, me tocó pedir que me ayudaran poniéndome la epidural para que me aliviaran las contracciones. Finalmente era hora y ya estaba lista para que nazca. Le doy gracias a dios que con el apoyo de mi mamá y mi esposo pude lograrlo.
Después de ser madre, con el tiempo, me di cuenta que todo lo que mi mamá me decía de pequeña lo hacía por mi bien estar y aunque a veces me enojaba aprendí a ver el mundo con otros ojos. Valore más a mis padres porque estaba viviendo ahora lo mismo que ellos cuando me tuvieron a mí. Ahora muchas personas que están pasando la misma situación me piden consejos que les doy cuando les cuento mi experiencia para darle más aliento y que se sientan más cómodos durante su proceso. Pude vivir un experiencia mágica y única teniendo a mi hija, en la que aprendí a no tener miedo y ser fuerte por ella. Alexia ahora tiene 10 años y es una niña muy inteligente y sabia, el verla crecer me da mucha nostalgia porque ya van pasando los años en los cuales ella ya no es esa bebé pequeña que era antes. Ahora después del tiempo que ha pasado he tenido dos hijos más a los que protejo sobre todas las cosas. Gracias a ellos hoy soy quien soy y aprendí a ser madre.