Una tranquila Acción de Gracias

Mi madre siempre ha demostrado su amor en diversas acciones, una de sus formas favoritas fue a través de su increíble cocina. No importa la ocasión o el día de festivo, ella siempre hacía todo lo posible para preparar comidas deliciosas. El día de acción de gracias era una de sus fiestas favoritas, y la mía también. Ella dedicaba los días previos a preparar la comida e incluía platos tradicionales mexicanos y postres.

Cada día de acción de gracias nos reunimos alrededor de la mesa con nuestros amigos y familiares y nos deleitamos con sus increíbles creaciones. Me recuerdo que sus amiga le hacían un montón de preguntas sobre los platos y ella respondía felizmente, alardeando de lo buena cocinera que era, algo que sus amigas y yo no podíamos negar. Sonaría la música, ella y sus amigas cantarán y bailarán juntos hasta la noche. Me recuerdo cuando era niña, de los 10 años, me molestaba un poco pero ahora que tengo 19 años en el año 2023, disfruto de estos recuerdos y deseo volver.

Cada vez que mi madre enfermaba, le parecía fácil recuperarse: un día estaba enferma y al siguiente estaba completamente bien. Por supuesto, sentiría dolor y incomoda, por lo que se quedaría en casa y no iría a trabajar, lo cual no le gustaba, pero aun así podría realizar tarea sencillas en la casa. 

A mediados del año 2017 mi madre se enfermó gravemente. Esta vez fue diferente. Duró mucho más que otras veces. A medida que se acercaba el día de acción de gracias, su enfermedad progreso. Las tareas sencillas que hacía en la casa se le volvieron muy difíciles. Hablamos de ir al medico y hasta el día de hoy no entiendo del todo por qué no fuimos antes, pero tengo una idea de porque ella tenía miedo de ir.

Pasó de ser una madre que hacía malabares sin esfuerzo con el trabajo, la familia y la socialización a ahora estar débil y enferma en la cama en casa todos los días. Ella estaba pasando por muchas cosas y yo hice lo mejor que pude para estar ahí para ella cuando podía, pero ella siempre me decía que no me preocupara por ella, que me concentraré en mi y que pronto estaría bien.

El 27 de Noviembre de 2018, día de acción de gracias, tenía 13 años. Recuerdo este día como si fuera ayer. Me desperté temprano en la tarde y mi mamá volvió a la cama después de ir al baño. Le pregunté cómo se sentía y me respondió con “buenísima hija.” Una broma alegre. A medida que avanzaba el día, mi madre se quedó en su cuarto mirando su teléfono, mirando televisión o durmiendo. Después de un par de horas, me llamó al cuarto y me pidió que pidiera algo de comida. Una vez que llegó el pedido, preparé la mesa lo mejor que pude y le entregue la comida, y fue entonces cuando me dijo que arruinaron su pedido. No le molestó tanto porque terminó comiéndolo, pero a mi me desanimó porque quería que ese día fuera al menos un poco perfecto para ella.

Esta fue mi última acción de gracias con ella. Nada de música, nada de amigos cantando y bailando, nada de deliciosas comidas caseras, nada de quedarse despierto hasta medianoche hablando y riendo. Solo ella y yo sentadas en nuestro cuarto, comiendo comida china mientras miramos telenovelas y compartimos algunas historias sobre nuestras vidas.

Puede sonar egoísta, pero una parte de mi había deseado que mi madre se hubiera despertado sintiéndose mejor. Que podría haberme despertado esa mañana con los deliciosos olores de su comida en la cocina con música y escucharía gritarme que me levantara de la cama y me preparara antes de que llegaran sus amigos. Me dolió tanto ver cuánto dolor estaba pasando mi madre y cómo la cambio, me dolió aun mas saber que no podía hacer nada al respecto.

Aprendí una valiosa lección sobre la gratitud y como apreciar cada momento con mis seres queridos. Cuando era niña tenía una idea pero no una comprensión completa. Me di cuenta de que la verdadera esencia del día de acción de gracias no era solo la comida o las festividades, sino también reunirnos como familia y apreciar el tiempo que tenemos unos con otros.

Perder a mi madre fue sin duda una de las experiencias más desafiantes de mi vida. Me enseñó a valorar los momentos que tengo con mis seres queridos, a valorar su presencia y a expresar mi amor y gratitud abiertamente a través de diversas acciones. A través de su enfermedad, mi madre me mostró la fuerza del espíritu humano y el poder del amor para superar la adversidad.