Mi madre, YV, es una persona muy humilde a la que le gusta experimentar cosas nuevas y siempre me inspira en ser mejor persona. Pero tuvo que sacrificar y sufrir un poco para obtener una vida mejor.
Mi madre es de un pueblo chiquito llamado Izúcar de Matamoros, que está localizado en Puebla, México. A mi madre nunca le faltó nada, pero siempre deseaba más cosas. Entonces decidió venirse para los Estados Unidos a los 21 años con su hermana de 16 años y su hermano de 20 años para vivir una vida mejor y lograr el sueño americano.
La suerte estuvo de su lado porque en esos tiempos había mucha gente del pueblo que estaba en Nueva York. Era como una cadena entre ellos para ayudarse, entonces no era tan difícil. Durante todo este tiempo muchas emociones circulaban por la mente de mi madre. No tuvo miedo, sino ganas de experimentar una nueva vida. Claro, le dolió bastante dejar a mis abuelos pero mis abuelos siempre apoyaban las decisiones de sus hijos.
Cuando mi madre tocó suelo estadounidense, primero llegó a Los Ángeles y después se vino para Nueva York. Le tomó casi tres días llegar. Claro, se sentía como una desconocida en un país extraño con nuevas costumbres, comida y gente. Pero como digo, había bastante gente del pueblo en Nueva York. Entonces se quedó con una prima. Claro, no tenía un cuarto propio, sino un cuarto compartido con otras personas.
Su primer trabajo fue en una factoría de accesorios como bolsas, ropa, etc. Llegó a ser la manager de la factoría. Gracias a dios ella nunca fue discriminada ni obligada a hablar el inglés porque como la factoría era de coreanos y ellos sabían hablar español. Entonces era una ayuda más para ella y mis tíos porque nunca se toparon con gente que los menospreciara.
Ya casi con 30 años mi madre se casó, tuvo dos hijas, y ya por fin es ciudadana de los Estados Unidos. Ellas tuvo que sacrificar lo más sagrado que tenía por tener una vida mejor. Siempre se acuerda de cuando ella y mi tía se prometieron quedarse solo por un año. Nunca se imaginaban que esa promesa nunca ocurríría. Durante su experiencia mi madre aprendió que a veces cuando el túnel es demasiado oscuro es porque al final sale brillando. Pasando por todo eso la hizo convertirse en la persona que es hoy y tiene la dicha de vivir una vida feliz.