El proceso de una aprendiz del Ejército

“Son las 3 de la mañana, ¿por qué mi alarma suena a estas horas?”, me preguntaba al despertar en un hotel. Al lado mío estaba otra cama y una chica dormida. Y recordé que estaba en un hotel de New Jersey que el ejército usa para nuevos soldados. Me tomé un baño y desperté a la chica porque nos dijeron la noche anterior que todos debemos de estar desayunando a esas horas para salir a las 5am. Desayunamos y nos prepararon para salir en buses hacia Brooklyn. Para mí, era extraño porque nos trajeron a NJ para volver a New York. Pero entendí que era más fácil para el ejército reunir a todos en un hotel para así llevarlos a Military Entrance Processing Station en Brooklyn al mismo tiempo. Así se llama el lugar donde hacen los MEPS, ASVAB test, y mucho más. 

Era el día 20 de febrero del 2024, llegamos a Brooklyn y estaba muy frio ya que en estas temporadas el invierno es intolerable. Eran muchas horas de espera para procesar los documentos, boletos de viaje y últimas pruebas médicas. Mi cabeza se bajaba por el sueño de tenía y mis compañeros me despertaban cuando me llamaban. Por fin terminamos la espera y los sargentos nos dieron instrucciones para cuando viajemos y lleguemos a Sur de Carolina. 

Eran las 5:20pm cuando llegamos al aeropuerto. Vi mi boleto y decía que salía a las 8:30pm. “¡Más espera!”, dije al verlo. Hice dos amigos y cominos Ramen en uno de los restaurantes de los aeropuertos. Para matar el tiempo estábamos charlando y practicando las posiciones firmes y así no quedaríamos en ridículo enfrente de los sargentos. Llegó el tiempo de abordar y en el avión me dieron los nervios que hasta ese momento no me habían dado durante el proceso de toda esa mañana. Me dije a mí misma “vas estar bien” y me alegraba pensar que voy a hacer algo muy audaz, ya que crecí siendo una niña tímida. 

Abrí los ojos, con mi cuerpo adolorido de la incomodidad del asiento. Eran las 10:20pm. El avión estaba preparándose para aterrizar. “Welcome to South Carolina, thank you for flying with Delta.” No lo podía creer, iba empezar mi entrenamiento. Aproveché ese momento para escribir a mi familia para decirles que llegué a salvo y que me deseen suerte. Lleguemos al piso del aeropuerto donde nos van a recibir y teníamos que apagar nuestros móviles y dárselos. Los sargentos empezaron a dar órdenes para que subamos al bus que nos llevaría a la recepción de Fort Jackson.

La recepción es donde todos los nuevos van para que organicen a todos a qué base de Bootcamp debemos ir, ya que hay muchos batallones. Y no todos van al mismo. Llegamos a las 12:40am el día 21 de febrero. Cansados y con sueño esperábamos con nuestras maletas. Yo llevaba una mochila pequeña con cosas esenciales porque mi reclutador dijo que, cuanto menos, mejor iba a ser para mí. Llegamos y un sargento dijo “todos en posición de push up”. Todos escuchando las órdenes lo hacíamos y nos gritaban si la gente se ponía en el suelo al no soportar estar así por mucho tiempo. Entramos para comer y aprender más sobre lo que va pasar en Bootcamp. Después nos dijeron que esperemos todos afuera. Estábamos todos en posición de atención y formados durante 30 minutos en un frio peor que NY. Cuando por fin nos llamaron para que cada uno entremos a recoger nuestros uniformes, mochilas de hidratación y bolsa de lavandería. Después nos llevaron a que separaran los chicos con las chicas, nos ponían cintas de diferentes colores y nos daban nuestros números, como si fuéramos animalitos de fábricas. Nos dijeron “olvídense de sus nombres aquí.” Yo era A-203. Puse mi celular en una bolsa, recibí mis cobijas con almohadas. 

Unas chicas que ya estaban allí 2 semanas nos llevaron a las nuevas a la habitaciones. Llegué y había muchas mujeres en una sola habitación. Escogí mi litera y mi armario y cuando estuve en la cama lista para dormir cerré los ojos y vinieron a despertarnos a las 3am. Solo dormí una hora y todas nos estaban apurando para que vayamos a formarnos. Llevábamos 3 horas parados en el frio formados sin poder hablar ni movernos mucho. En ese momento llegué a arrepentirme. Cuando por fin nos dijeron que vayamos un grupo a un lado y el otro a otro lado para seguir con las preparaciones. Pasamos toda la mañana caminando de un lado a otro, recibiendo vacunas, charlas, y más. No cominos hasta la noche y sentía que iba a desmallarme porque acababan de sacarme sangre y no tenía comida en el estómago ya que no nos llenó el jugo y la barra de granola que nos dieron la noche anterior. 

Llevé 2 días teniendo la misma rutina, cuando por fin nos dieron el uniforme de combate. Los que lo recibieron podían usarlos y los que no estaban con el otro uniforme. Era como niveles. Esa noche nombraron a los números que iban a salir a Bootcamp el siguiente día que era un viernes. Me nombraron a mí, y muchos estaban sorprendidos ya que algunos estaban allí por 2 semanas y yo solo llegué a estar por 3 días. Mi proceso fue rápido.

Era el siguiente día y alisté mis cosas en mi bolsa de lona que nos dieron que medía un poco más de la mitad de mi cuerpo. Me puse mi uniforme y cargué mi bolsa a las 2 de la mañana yo y los que salían ese día estábamos formados listos. No nos fuimos hasta el mediodía cuando por fin llegaron los buses por nosotros. En el bus muchos llamaron a sus parientes, yo no pude hacer lo mismo porque por alguna razón mi celular estaba fallando. Llegamos a la base y nos dieron las instrucciones de cargar nuestras bolsas personales y salir uno a uno. Cuando me tocó salir vi que algunos estaban corriendo mientras los sargentos les gritaban. Escuché que alguien me decía, “RUN” muchas veces gritando muy fuerte. Veía a mi lado muchos cayéndose y les gritaban que se levanten rápido y carguen sus bolsas. Ese momento agradecí que no traje una bolsa más grande ya que vi que algunos traían maletas y se les hacían más difícil al correr. Pero mientras corría otra vez se me vino el arrepentimiento, y decía entre mí, “En qué me metí.”

Llegue a acostumbrarme poco apoco y agradezco que llegue experimentar la vida en el ejercito como aprendiza. Llegue a conocer personas increíbles y de diferentes lugares, lo mejor es que aprendí mucho estando allá en Fort Jackson, Sur de Carolina.