La protagonista de la historia que voy a contar es sobre mi abuela. Se llama María Erlinda y tiene 65 años. A mi abuela le gusta ver sus novelas de lunes a viernes por las noches. También en el verano le gusta sembrar plantas y vegetales en el jardín que tiene en la yarda atrás donde vive. Esa rutina es algo que le gustaba hacer cuando tenía su propio terreno en Ecuador. Mi abuelita me contó que cuando vuelve a Ecuador la gente del barrio en Ecuador la extraña por su amabilidad hacia ellos. Mi abuela es una persona que cuida mucho su salud y también es muy simpática. La crónica es sobre cómo fue que obtuvo la visa para poder venir a los Estados Unidos. Mi abuelita nunca pensaba salir del país, pero por una gran fortuna se cumplió ese sueño gracias a unas de sus hijas que es ciudadana americana.
El proceso de cómo mi abuelita obtuvo la visa comenzó en el año dos mil diecisiete cuando la segunda hija comenzó el trámite para reclamar a mi abuela. En aquel momento, mi tía ya tenía enviado todos los documentos que mi abuela necesitaba presentar. Gracias al abogado que ayudó para el proceso, mi abuela solo tenía que esperar que le lleguen los documentos y la cita de la Embajada Ecuatoriana de Guayaquil. Cuándo ya le notificaron que llegaron los documentos, le notifico mi tía a mi abuela que la cita estaba programada para el mes de noviembre. El día de la cita mi abuela se fue al terminal en un taxi y tomo el bus a las dos de la madrugada. Fue el único transporte que iba hasta la ciudad de Guayaquil. Llegó casi dos horas antes de su cita que estaba programado para las nueve de la mañana. Después, cuando entró al sitio tomó un tique y espero hasta que su número sea llamado para poder pasar a un cuarto. En el momento que mi abuela entró al cuarto el agente consular y mi abuela se saludaron. El agente le hizo dos únicas preguntas. Primero era sobre su estado civil, en que respondió que era casada pero ahora es viuda. La otra pregunta fue si tenía hijas que eran ciudadanas americanas, y ella respondió que solo tiene una. Después de eso solo fue pura alegría para mí abuela. El agente revisó todos los documentos en la carpeta que llevo mi abuela. Mi abuela fue felicitada por el agente consular y le dijo que el pasaporte le va llegar a la dirección de su residencia en Ecuador con la visa estampada al pasaporte.
En ese momento todo cambió para mi abuela. Ella tomó el bus de regreso y era casi cinco horas de viajé para regresar al terminal. Cuándo llegó a la casa llamó a sus hijas individualmente con lágrimas de felicidad y les dijo que le aprobaron la visa y ahora podrá viajar a los Estados Unidos. La hija que la reclamó compró el vuelo. Mi abuela viajó después del día festivo de acción de gracias. El día para viajar mi abuela nunca pensaba subirse a un avión, pero le vino mucha emoción porque iba llegar a la ciudad de Nueva York a la que mucha gente desea ir. El viaje era un total de siete horas de Ecuador a Nueva York en un vuelo directo, sin escalas. Cuando el avión aterrizó al aeropuerto de JFK, mi abuela esperaba con ansias al poder ver a su familia. Cuando salió a la sala de aterrizajes, mi abuela vio su familia que eran sus sobrinos, nietos, yernos, primos y lo más importante sus tres hijas. Todos estábamos contentos al ver mi abuela y ella sintió lo mismo. Había una buena llegada planificado para mi abuela, en donde fuimos a un restaurante a comer solo la familia de sus tres hijas. Mi abuela recibió flores por parte de sus primos y globos por los nietos, incluyéndome a mí mismo.
Desde la llegada de mi abuela vino muchos cambios distintos para ella. Me contó que la vida en los Estados Unidos pasa muy rápido, lo dice por cómo ve a sus hijas trabajando todo los días. También dice que no hay descanso y libertad para poder hacer lo que uno quiere. Mi abuela pasó casi una semana sin adaptarse a la cultura de los Estados Unidos por los cuartos muy chiquitos, comida diferente y el idioma dominante del inglés. Algo positivo que ha podido lograr es la conexión entre las hijas. Organizan más eventos especiales como cumpleaños, las fiestas que se celebran en el país americano como la navidad y la acción de gracias. A mi abuela le gusta pasar tiempo en familia porque es algo que no ha podido presenciar durante muchos años de estar en Ecuador solita. Otra cosa emocionante es que ha podido ver la ciudad más conocida como Manhattan por los edificios enormes y la cantidad de gente caminando.
Mas allá, mi abuelita todavía no piensa en quedarse definitivamente en el país americano, por la razón que tiene algunas cosas pendientes que hacer en Ecuador. Me contó que extraña su trabajo que hacía en el Ecuador que es sembrar vegetales naturales en sus terrenos que tiene. Comparado a un país extranjero que no se puede salir y hacer lo mismo porque la comida ya está completamente alimentada.
En general, puedo decir mi abuela ve el futuro con muchas ganas de vivir. Lo digo por el logro que no se imaginaba pasar por su mente. Algo que sí le afecta del pasado es la partida de mi abuelito, que pudo estar en la misma posición que mi abuela. Pero por los hechos de la vida no fue como ella quería, pero nunca se dio por vencida. Los frutos de la vida son, felicidad, amor, paciencia y alegría. Eso se dan por las cosas duras que la vida nos pone y nos recompensa. Así es como mi abuela pudo venir a los Estados Unidos. Esperó que está historia de mi abuelita ayude a otras personas para que sepan que siempre va haber algo positivo si se tiene fe y esperanza.