Un juego enseña más que la vida

En la vida hay gentes que no son tus padres, pero se vuelven una figura de padre hacia ti, gente que siempre se quedan en ti toda la vida, y a veces se vuelven como tu segundo padre.  Mi entrenador de futbol Cándido me hizo quien soy yo hoy. Él me moldeó y me enseñó todo lo que sé del futbol y me enseñó muchas cosas de la vida. Cándido se hizo parte de mi vida y jamás lo voy a olvidar. 

Era el 2006 y ya tenía mucho de sobrepeso para solo ser un niño de seis años. Nunca me han gustado los vegetales y jamás hacia ejercicios. Yo nunca jugaba deportes y era un niño más de jugar video juegos, hasta que un día ya estaba bien gordo y me dice mi papá: “Te tengo que llevar a jugar un deporte porque estás muy gordito.” 

Fuimos a un equipo de futbol que jugaba mi primo, y era un lunes como a las 5:30 de la tarde.  Llegué, no sabía cómo poner esos pantalones tan cortos y unas calcetas muy largas. Lo más raro era como una cosa dura que iba en mis piernas en las espinillas, que se llama canilleras. Cuando empezamos nada más el calentamiento ya mis piernas estaban muy cansadas y mi entrenador grita y grita que me apurara. Cuando ya sentía mucha presión de mi entrenador, yo me rendí y dije ya no regreso.  

Antes de irme un señor viejo con una cachucha me toca y me dice: “Ven yo te ayudo”. Cuando reacciono me empieza a enseñar a correr. Se puso a correr conmigo y me dijo: “Cuando corras hay que respirar por la nariz y sacar el aire por la boca.” 

El me sentó y me dijo: “Yo veo algo en ti que no veo en otra persona, yo te voy a entrenar y te voy a hacer alguien”. Él se quedó conmigo después de práctica. Eran la 8 de la noche y recuerdo que no nos fuimos a la casa hasta las 11. No nos fuimos hasta que yo aprendí a hacer todas las cosas que yo no podía hacer antes.  

El me llevaba a mi práctica todos los días de lunes a jueves, y me llevaba a jugar los sábados y los domingos en su carro. Todos los días era como una lección que me daba, de diferentes cosas de la vida. Yo llegaba a su casa como todos los días a las 5:15 y me sentaba afuera y me decía: “Abraham haz 20 push up y 60 sentadillas antes de irnos y si no, no vas.”   El me ayudaba mucho, nos quedamos después de las prácticas a entrenar más y hacer mucha técnica.  

Esta experiencia me enseñó a siempre luchar y nunca rendirme jamás. Él es alguien que yo siempre voy a admirar y apreciar por el resto de mi vida porque a mí nunca se me va a olvidar lo que hizo por mí. Fue alguien muy generoso y por 10 años yo estuve con él, y él me enseño todo lo que sé de futbol y la vida. Por la generosidad que me enseñó, yo trato de ser generoso con alguien que este en necesidad.