Mi primer trabajo

Yo tenia 19 años cuando me enteré de que había obtenido mi primer trabajo que me consiguió mi mejor amiga, Mary. Mi puesto era ser la recepcionista en una oficina ginecológica en un área de Nueva York. El día que comencé a trabajar era el 2 de febrero del 2021.

Durante la pandemia, yo quise conseguir trabajo para ayudar a mis padres porque mi papa no tenía mucho trabajo. Por la pandemia, los trabajos que hacía mi papa se cerraron, y mi papa pasaba la mayoría del tiempo, paso en casa. Entonces estaba decidida a trabajar en mis días libres para ayudar a comprar la comida y pagar algunos de los gastos de la casa. Un día me levanté en la mañana y estaba buscando trabajos por línea. Terminé aplicando a quince trabajos. Ansiosamente esperé casi tres semanas, pero solo me enviaban correos electrónicos de rechazo.

Un día por la tarde, le conté a Mary de mi problema y fue cuando ella me dijo que tenía algo disponible en su nuevo trabajo. Me puse feliz sabiendo que ella le podía contar de mi a la persona encargada para que yo pudiera obtener un puesto en la oficina. Estaba más calmada sabiendo que había una oportunidad para darles a mis padres lo que mas necesitaban durante la pandemia. Unos días después, Mary me llamó por teléfono y me dijo que tenía trabajo.

El día antes del primer día, le mandé un mensaje a Mary porque quise saber a qué hora tenía que entrar a trabajar. Justo ese día, un lunes, empezó una tormenta de nieve en Nueva York. Por la tarde, Mary me respondió y me dijo que estuviera ahí a las nueve de la mañana y con uniforme. Me puse sumamente nerviosa porque no tenía uniforme para mi primer día. Entonces, le pedí a mi papá si me podía llevar a las tiendas, en medio de la nieve, para comprar el uniforme.

En el carro, mi papá me estaba hablando de lo orgulloso que estaba de mi porque estaba empezando una etapa nueva en mi vida. También, me pidió perdón porque el dinero no iba a venir de su trabajo, sino de mi primer puesto. Por mi parte, yo me sentía muy feliz sabiendo que podía darles una mano a mis padres que habían hecho mucho por mi.

El martes, me desperté temprano para coger el bus Q23. Al frente de mi casa había tantas pulgadas de nieve que ni podía caminar bien. Cuando llegué a la parada del bus, le escribí a Mary preguntando si todavía estaba abierta la oficina por la nieve. Me di cuenta que Mary estaba bien dormida porque no me contestó el mensaje en toda la mañana. Llegué a la oficina bien temprano. Toqué la puerta, pero nadie abrió. Decidí sentarme en el piso par esperar a que pasara el tiempo. A las 9:45 A.M, dos pacientes llegaron.

A las diez de la mañana, una de las recepcionistas llegó y abrió la puerta. Le dije mi nombre y que estaba allí para trabajar. Me comenzaron a entrenar inmediatamente. En mi tiempo de almuerzo, me compré un libro donde escribí todo lo que a estaba aprendido ese día: me ensañaron a poner la información de nuevos pacientes en el sistema, como registrarlos para que las enfermeras los vean, y llamar a los pacientes para confirmar sus citas. Al fi del día, conocí a todos los empleados de la oficina, como los doctores, enfermeras, y gerentes. Desde ese primer día, comencé a ir a trabajar cuatro días a la semana.

Mis compañeras del trabajo siempre me dicen que no ven la hora de renunciar e irse a buscar otro trabajo. Después de un año, cuando yo voy a cumplir los 21 años, estoy decidida a irme de la oficina porque me va tocar buscar un trabajo que esté relacionado a mi futura carera de ser detective. Pero, por el momento, este trabajo me ha dado algo muy importante: la posibilidad de ayudar a mi familia en un momento en que lo necesitaban.