Vivir por primera vez bajo mis propias reglas  

Para empezar, debo admitir que vivir bajo mis propias reglas ha sido un desafío divertido, con muchas cosas buenas y muchas lecciones. Por lo general cuando nos convertimos en adultos y somos más consciente de lo que es vivir, empezamos a cambiar, madurar y querer cosas nuevas. Por lo tanto, uno de los cambios por los que muchos debemos pasar, sino es que todos es mudarnos a vivir solos. Algunos lo hacemos a temprana edad y otros esperan un poco más. Así que mi relato es precisamente acerca del desafío de mudarnos solos por primera vez, pero mi versión, con mis eventos y lo que aprendí durante esta aventura.  

Con mi familia vivíamos en un departamento ubicado en Astoria Queens, éramos mi hermana, mi hermano menor y mi mamá. Este departamento contaba con tres habitaciones. Con mis hermanos compartíamos los deberes de la casa y mi mamá nos sostenía económicamente, aparte también de asegurarse que tuviéramos nuestra comida diaria y en su tiempo libre también compartía con nosotros. Por lo tanto, aprendí a ser muy independiente desde muy pequeña, a los 13 años cuidaba de mi hermano, le ayudaba a sus tareas y sabia como cocinar ciertas comidas para ambos, y hasta mi madre a veces, ella trabajaba fuerte para que no nos faltara nada y yo era feliz al poder ayudarle a ella, porque entendía que ella hacia lo que podía. 

Por otra parte, fui creciendo y mis hermanos también, cambiaron muchas cosas y una de ellas fue mudarse. La primera en mudarse fue mi hermana mayor, ella desde muy pequeña aprendió también a ser independiente y una vez pudo, tomo la decisión de mudarse a su propio lugar. Una vez ella se fue, de a poco me di cuenta de que también en algún momento también me tocaría mudarme. Una noche decidí hablar con mi mamá, sobre qué opinaba ella de mudarme de su apartamento, le expliqué un poco acerca de las cosas que me parecían de vivir sola, y de querer vivir la experiencia. Aunque ella prefería que yo me quedara con ella, entiendó que era hora de ver por mí misma lo que era estar sola. Me emocionaba saber que iba a poder salir y volver a casa a la hora que quisiera, de tener un espacio solo para mí, por lo tanto, tomé la decisión y empecé a buscar la manera de conseguirlo.  

Esto sucedió cuando tenía 23 años, y un trabajo estable para ese entonces, no me mude directamente sola, sino que empecé por rentar un departamento compartido, entonces entendí que vivir con mi familia era definitivamente cómodo, pues al principio, aunque había confianza con las personas con las que me mude, no era como estar solo con mi mamá y hermanos. Sin embargo, al pasar los días fui acostumbrándome y tomándole gusto a vivir sola. No obstante, siempre visitaba a mi familia y compartía con ellos, me gustaba ir a visitarlos, era emocionante cenar con ellos y sobre todo comer de lo que mi madre preparaba. Por otra parte, yo sabía cocinar, limpiar mi espacio, y hacer otras actividades necesarias. Me gustaba el hecho de no tener si quiera avisar de mis entradas y salidas, de solo encargarme de mi bienestar, aprendí a valorar más el tiempo con mi familia y definitivamente me preparo para que actualmente viva sola y de la manera más responsable. 

En resumen, mudarme por primera vez fue aterrador y gratificante a la vez, fue algo necesario, una acción que tarde o temprano sucedería. Algo nuevo para mí, y al ser nuevo debí aprender muchas cosas nuevas, por ejemplo, hacer compras diarias para no tener que comprar mucha comida fuera de casa y sobre todo economizar mi entrada económica. Vivir bajo mis propias reglas sigue siendo divertido. Actualmente me encuentro rentando una habitación grande y cómoda, con mis compañeros de apartamento compartimos la cocina y sala. No tenemos ningún tipo de conflicto o diferencia, ya que comunicamos si algo no nos parece bien.