Mi amiga, Jessica Quintuna, tiene 30 años. Nació en el Ecuador y vino a los Estados Unidos a los diez años, donde creció con sus abuelitos y hermanos. Ha estado en Nueva York por casi veinte años. Desde los 17, ella comenzó a trabajar porque no recibía mucho apoyo de sus padres. Se graduó de una universidad privada en compunción y decidió seguir adelante con otra carrera. Le gustaba vivir la vida de locura de salidas con sus amigos. Esto incluía conducir velozmente: en una ocasión, ella había recibió una multa por conducir a 95 millas por hora en una zona en que el límite era de 55. Cuando cumplió los 26 años, hubo un puesto disponible en una tienda de ropa donde trabajaba su mejor amiga. Esa tienda está en una cuidad suburbana, Monroe, que está lejos de su casa: el camino hacia su nuevo trabajo tomaba una hora y media. En ese camino, Jessica sufrió un grave accidente. Tres meses después de su accidente, dejó el trabajo.
Jessica comenzó su trabajo en Monroe un lunes. Cuando iba manejando, se sentía cansada porque se había ido a dormir demasiado tarde la noche anterior. La temperatura del día estaba un poco fría. La amiga de Jessica le sabia contar cuanto tiempo demoraba para llegar al trabajo, pero para el primer día de Jessica, se demoró más tiempo porque había trafico. Al fin, ella tenía que abrir la tienda a las 11 de la mañana, pero llegó tarde a su primer día de trabajo.
“Mi día comenzó un poco aburrido”, comentó Jessica. Ninguna de las otras empleadas estaba en el trabajo ese día. Tampoco había demasiados clientes. Mientras tanto, afuera, la temperatura bajó más y más y empezó a nevar. Jessica no se había dado cuenta de este cambio hasta que salió a comer su almuerzo.
Me comentó: “no me gusta la nieve para nada”. Jessica está acostumbrada a manejar en climas benignos, pero cuando hay nieve o lluvia, se pone nerviosa e incómoda: se le hace difícil manejar en diferentes condiciones climáticas. Entonces, ella quiso cerrar la tienda más temprano de lo usual, las ocho de la noche; pero su jefe no le dio permiso. Aun sin permiso, ella decidió cerrar la tienda una media hora antes y se fue a las siete y media. En el parqueadero de su trabajo, antes de comenzar a manejar, Jessica chequeó si su carro estaba en buenas condiciones. Me comentó: “iba tranquila, chequé las llantas, dejé calentar el carro”. Después, comenzó a manejar para la casa.
La carretera era angosta, había arboles, la nieve estaba mezclada con agua, no había ni lluvia o estaba nublado, y estaba cerca de un poste cubierto en nieve. Momentos antes del accidente en la carretera, Jessica estaba manejando a 30 millas por hora en una curva que tenía un limite de velocidad de 25. Para Jessica, era normal manejar por encima del limite de velocidad. Me dijo: “estaba la carretera toda resbalosa”. Jessica perdió el control del carro y se fue contra el poste que estaba cubierto en nieve. El carro dio unas dos vueltas por la nieve y se quedó estancado en el poste. Jessica me sentía un poco mal y se tomó su tiempo para procesar lo que acababa de pasar en la carretera.
Se sentía un poco alterada porque nunca le había pasado algo así. Físicamente estaba bien, no se había lastimado en ninguna parte de su cuerpo. Su carro no estaba dañado tampoco. Pero, estaba en shock y tenía mucho frío. Otros conductores comenzaron a detenerse para ver si necesitaba ayuda. Entonces, Jessica decidió llamar a la policía para que la ayudaran a sacar el carro estancado en el poste de nieve. Cuando llegó la policía, “solamente me chequearon si estaba bien y si no había ningún daño en el carro, y solamente trajeron a la grúa”, me contó Jessica.
Al final del primer día de su nuevo trabajo, Jessica sufrió un accidente que le cambió el modo de manejar: “nunca se debe manejar a mucha velocidad: siempre se debe manejar con calma y tranquilo”, recomienda Jessica. Ella decidió que es mejor estar más segura con la gente a su redor en las calles y carreteras: las vidas de otras familias, igual que de ella, pudiera estar en peligro por las consecuencias de un accidente de manejo. Desde ese día, Jessica tiene cuidado de no excederse de velocidad para tener más cuidado.