Mi gran temor siempre ha sido tener un enfermedad grave o tener una operación algún día. Nunca imaginé que iba pasar por una de estas cosas. Fue en el año 2019, tenía 14 años cuando me diagnosticaron con una anormalidad debajo del cuello.
Estaba en mi primer año en la escuela secundaria, y fue lo peor. Comencé a notar que lo que tenia debajo mi cuello cada vez más iba creciendo y pesando. No había puesto tanta importancia por que siempre había sido una niña con problemas de sobre preso así que pensé que esa era la razón. Los estudiantes de mi escuela comenzaron a notarlo. De hecho se quedaban viendo o hablaban mal de mí. Me ponían apodos horribles y me dio una gran inseguridad en mí misma. Me sentía fea y, por eso, no me quería ver ni en el espejo. Llegó un punto en que no quería seguir en la escuela por tantas burlas.
Mi primera cita sobre esto fue con la pediatra y cuando me revisó prefirió mandarme a una especialista en otorrinolaringología. Ahí comenzó mi proceso en el hospital Cohen Children’s Medical Center donde tuve una consulta con la especialista Dra. Patel me sentía nerviosa cuando la conocí según con la decisión que iba a dar cuando me revisara. Me mandó a que me hicieran un sonograma como resultado ensenó las fotografías del lo que encontraron a fin de que llegó a decir que necesitaba una operación lo mas pronto posible. Quedé en shock cuando dijo esto por que entrar a un quirófano siempre fue un gran miedo mío.
Recuerdo que el día de mi operación fue un jueves a las 5 de la mañana. Me acompañó mi hermana menor Ashley también mi mamá. Me preparé en la sala de espera mientras me llamaban para entrar. Llegó la hora, por desgracia empecé a llorar no quería entrar. Tenia temor al saber que ninguno de mis familiares podían entrar conmigo. Ashley era menor de edad, mi mamá estaba embrazada, y mi papá estaba trabajando entonces no estaban permitidos. Unos minutos antes que entrara, mi papá llamó para darme unas palabras de consuelo. Al escuchar su vos además lo que decía me tranquilizó por ese motivo me dio el valor de seguir con el proceso. Tenia fe de que todo iba salir bien y pronto iba a terminar.
La operación duró cuatro horas cuando terminaron lo único que recuerdo es que los doctores contaron 1,2,3 a pasarme a otra cama para llevarme a la sala de espera. Cuando desperté vi a mis familiares y se me derramaron las lagrimas. Creo que fue por la anestesia pero también al saber que ya pasó esta pesadilla. En cuanto me levante a usar el baño me vi en el espejo, tenía la sonrisa mas grande ya me veía diferente y sentía una gran alivio.
Después de todo estoy orgullosa de haber vencido mi miedo del que nunca imaginé pasar por un día. Por ser valiente al entrar sola sin compañía por motivos importantes que podían afectarles a mis familiares. Siempre estaré agradecida con la Dra. Patel igual a los otros cirujanos que estuvieron presente por lo tanto hicieron que todo fuera un éxito. A mis familiares también por estar conmigo en la sala de espera todas la horas que estuve adentro hasta salir. A fin de cunetas el apoyo de mi familia fue lo mas importante.